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jueves, 28 de junio de 2012

DOS AUTORES ALEMANES: REMARQUE Y DWINGER

Ser un literato contemporáneo puede no llegar a ser nada gratificante porque durante un instante se consigue la fama, la publicación de numerosas ediciones de las obras escritas e, incluso, se puede llegar a alcanzar la riqueza material, pero transcurridas unas pocas décadas el nombre del autor se diluye y toda su producción literaria se olvida siendo prácticamente inaccesible al conseguirse, tan solo, en librerías de viejo o de segunda mano.

            Tal es el caso del escritor alemán Edwin Erich Dwinger a quien se le puede considerar junto con Erich María Remarque como uno de los dos grades escritores que mejor han plasmado en la literatura universal el drama de la Gran Guerra (1914-1918).

            Precisamente en 1929, año en el que Remarque publica su famosa novela “Sin Novedad en el Frente”, Dwinger publica “Ejército Cautivo” (también traducida al castellano como “Un Ejército detrás de las Alambradas”) primera de las novelas que, junto con “Entre Blancos y Rojos” (1930) y “Llamamos a Alemania” (1932), integraría la trilogía denominada  “La Pasión Alemana” o “Trilogía de Siberia”.

            Frente a Remarque que, en “Sin Novedad en el Frente”, opta por contar de forma novelada los acontecimientos; Dwinger es más directo y utiliza su propia experiencia personal haciendo una fiel transcripción del diario que comenzó en 1915 al incorporarse al ejercito describiendo de forma más realista los acontecimientos y llegando más lejos que Remarque porque si “Sin Novedad en el Frente” se centra en la guerra de trincheras del Frente Occidental con su vida cotidiana y sus fracasadas ofensivas masivas; “Ejército Cautivo” tiene por objeto la historia de los compañeros del autor que combaten contra el Imperio Ruso y que caen prisioneros durante la campaña de Curlandia de 1915, siendo trasladados al interior del Imperio Ruso.

            En “Ejército Cautivo” no solo se reflejan las duras condiciones de vida de los prisioneros alemanes en Rusia que son sistemáticamente maltratados por sus guardianes sino también las relaciones humanas entre los prisioneros que son las que, en último extremo, les permite sobrevivir, y las de estos con sus guardianes con alguno de los cuales, inician relaciones de verdadera amistad que, en no pocos casos, les permitirá salvar la vida. Por su parte en “Ejército Cautivo” aparece reflejada la realidad rusa, la poca preparación de los oficiales del ejército, el analfabetismo del pueblo ruso que integra la tropa y las tensiones socio-políticas que culminarán con la Revolución de Octubre de 1917 y como ésta influye en la situación de los prisioneros de guerra de los Imperios Centrales que, tras unas semanas de confusión son trasladados masivamente al Este para evitar que sean reclutados por el Ejército Rojo.

            “Sin Novedad en el Frente” de Remarque termina con la muerte del protagonista, Paul Bäumer, ultimo superviviente del grupo de escolares que acuden voluntariamente a la llamada de movilización de 1914 "en un día tan tranquilo y calmado, que el informe del ejército se limitó a la frase: sin novedad en el frente" y que hace pensar que se trata del último día de la guerra, el 11 de Noviembre de 1918; mientras que en la obra de Dwinger la guerra no termina ese día sino que se prolonga por más de dos años siendo este el tema de la segunda novela de la trilogía “Entre Blancos y Rojos”.  

            En “Entre Blancos y Rojos”, que es subtitulado como “La Tragedia Rusa”, Dwinger trascribe los diarios redactados en Rusia durante los años 1919 y 1920 describiendo la situación en la que viven los mas de tres millones de prisioneros de los imperios centrales, principalmente alemanes, y que no han sido repatriados a sus países de origen a pesar de haber terminado la guerra. En esta segunda novela de la trilogía “La Pasión Alemana” el protagonista, el propio Dwinger, intenta escapar a Alemania pero se ve obligado a unirse junto con otro compañero de cautiverio al Ejército Blanco, quedando plenamente reflejada en esta obra la guerra civil rusa con las atrocidades cometidas por todos los bandos no haciendo distinciones ni mostrando simpatía hacia ninguno de ellos.
            
          “Entre Blancos y Rojos” es a la vez una obra histórica y política. Histórica porque describe a la perfección los acontecimientos que llevan a la desastrosa derrota de los Ejércitos Blancos, el ambiente de enorme corrupción que impera entre ellos y la gran retirada de los mismos, en la que se verán implicados miles de prisioneros alemanes, hacia la ciudad de Chita, capital del Transbaikal y sede del gobierno del Atamán Semionov, lo que supondrá un recorrido de más de seis mil kilómetros durante el duro invierno de 1919-1920 y durante el cual perecerán más de doscientas mil personas entre civiles, militares y prisioneros de guerra de los Imperios Centrales. “Entre Blancos y Rojos” también es una obra política porque en la misma, y a través de numerosas reflexiones del autor, se pone de manifiesto la falsa moral de las potencias de la Entente que al mismo tiempo que intervienen militarmente en Rusia contra el gobierno bolchevique enviando tropas y material de guerra a favor de los Ejércitos Blancos se niegan a reconocer internacionalmente al gobierno del Almirante Kolchak mostrándose solamente interesados en prolongar la guerra para debilitar a Rusia y en saciar su sed de concesiones mineras. Especial interés tiene el juicio del autor sobre la actitud de los Japoneses quienes parece ser que mantenían sobornado al Ataman Semionov para que éste no se sometiera al gobierno de Kolchak y así poder independizar el Transbaikal convirtiéndolo en un protectorado japonés (1). “Entre Blancos y Rojos”, finaliza con la aniquilación de los ejércitos blancos que abandonan a los prisioneros alemanes para que se haga cargo de ellos el Ejército Rojo quien los envía a un nuevo campo de prisioneros del que se escapa el autor junto con un oficial médico, llegando en su fuga hasta la propia Alemania.

            Finalmente, en la última novela de la trilogía “Llamamos a Alemania”, Dwinger narra la difícil adaptación de los prisioneros regresados a Alemania, casi tres años después de terminada la guerra, y la situación política y social de los primeros años de la Republica de Weimar sin que para nada aparezca la deriva política que después iba a tomar el país aunque queda de manifiesto la división ideológica del anteriormente unido y compacto grupo humano que formaban los compañeros de cautiverio del autor y que va desde el pacifismo a las simpatías por la resistencia alemana en Renania y desde posiciones claramente reaccionarias al comunismo.

            Tanto “Sin Novedad en el Frente” de Remarque como “Ejército Cautivo” de Dwinger fueron un éxito de ventas en Alemania llegando a venderse prácticamente el mismo número de ejemplares de ambas novelas seguramente porque los lectores entendían que la una complementaba a la otra. No obstante, en su conjunto, y a pesar que en “Ejército Cautivo” hay un transfondo humano y sentimental similar a “Sin Novedad en el Frente” la trilogía de Dwinger posee mayor rigor histórico y más rigurosas valoraciones políticas que la obra antibelicista de Remarque.

            Hoy en día, tanto Erich María Remarque como Edwin Erich Dwinger son autores que prácticamente han caído en el olvido. Del primero aún se puede encontrar en los circuitos comerciales habituales su novela más celebrada “Sin Novedad en el Frente” que sigue editándose regularmente manteniéndose su autor en el recuerdo literario gracias a las adaptaciones cinematográficas de varias de sus obras (“Sin Novedad en el Frente”, “Tres Camaradas”, “Arco del Triunfo” y “Tiempo de Vivir, Tiempo de Morir”) y a su trabajo como guionista de cine. Por su parte, de Dwinger solo se puede encontrar alguna obra suelta de su trilogía en librerías de libros antiguos y desclasificados.


            Finalmente, tanto Remarque como Dwinger constituyen las dos distintas caras de una misma moneda: ambos fueron los autores alemanes más leídos en Alemania durante el periodo de entreguerras, en ese mismo periodo ambos fueron paladines del pacifismo y del entendimiento entre las naciones (Dwinger además fue un entusiasta del Tratado de Rapallo de 1922) y, en 1933, mientras que los nazis quemaban las obras de Remarque a Dwinger le prohibían escribir. No obstante fue precisamente a partir de ese año cuando las vidas de Remarque y Dwinger se escinden irremediablemente porque mientras Erich María Remarque se exilia en Suiza y posteriormente en Estados Unidos posicionándose claramente contra el nazismo, Dwinger se acomoda con el nuevo régimen y pone su pluma al servicio del Ministerio de Propaganda escribiendo diversas obras de más que dudosa calidad llegando a ser durante la II Guerra Mundial el oficial de enlace del General Vlasov (del que escribirá una biografía en 1951) con el Estado Mayor Alemán y a mantener relaciones de estrecha amistad y colaboración con el General Henning Von Tresckow y con el Coronel Von Stauffenberg, ambos implicados en el intento de ejecución de Hitler durante la “Operación Valkiria” el 20 de Julio de 1944.   










(1) Algo de cierto debe existir en los juicios vertidos por Dwinger en “Entre Blancos y Rojos” sobre Semionov porque si atendemos a la biografía de este General Blanco podemos descubrir como, después de la Guerra Civil Rusa (1918-1921), se exilia en Estados Unidos de donde es expulsado por ser considerado simplemente “un criminal y un bandido” y al haberse constatado varios actos de violencia ejercidos por tropas bajo su mando contra soldados norteamericanos destacados en Rusia y como busca finalmente, tras su precipitada salida de Estados Unidos, refugio bajo la protección del Japón quién termina residenciándolo casualmente en su protectorado del Manchukuo donde termina siendo capturado por las tropas soviéticas en 1945.

jueves, 21 de junio de 2012

IDEAS DE ESPERANZA PARA LA DESESPERANZA

               La presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, parece poseída en los últimos tiempos de cierta incontinencia verbal o ansias de notoriedad que la llevan a opinar de todo y a lanzar ideas a discreción orientadas a convertirse en una especie de nuevo Oráculo de Delfos para el neoconservadurismo patrio.

            Ya dejadas atrás sus polémicas opiniones sobre la final de la Copa de S.E. el Jefe del Estado a título de Rey consistentes en proponer que, en caso de que las aficiones de cualquiera de los equipos finalistas o de ambos silbasen la Marcha de Granaderos, se desalojase el estado Santiago Bernabeu y que el partido se jugara a puerta cerrada, ignorando las consecuencias políticas y de orden público que podría ocasionar dicho desalojo; doña Esperanza ha vuelto a acaparar la atención política y social del país con  sus nuevas propuestas para ahorrar que se resumen en mayores recortes en prestaciones sociales y en su propuesta estrella de reducir en número de diputados en la Asamblea de Madrid a la mitad, pasando de 129 a 65.

            Efectivamente, de manera lógica y matemática, la reducción a la mitad del número de diputados en la Asamblea autonómica de Madrid debe llevar aparejada la disminución en la misma proporción del gasto de dicha institución, pero también llevará aparejada una menor representatividad del cuerpo electoral porque al repartirse los votantes entre un menor número de diputados se requerirá un mayor número de votos para obtener representación parlamentaria; es decir, cada diputado requerirá más votos para ser elegido resultando perjudicadas las formaciones políticas minoritarias actualmente representadas en la Asamblea de Madrid por Izquierda Unida y Unión Progreso y Democracia.

            Esta idea de reducir el número de diputados de la Asamblea de Madrid para ahorrar no deja de ser extraña pues el mismo ahorro se podría conseguir si, manteniendo los actuales 129 diputados, se decretase la reducción a la mitad de los emolumentos que recibe cada diputado no quedando así afectada la representatividad ciudadana

            Si la única pretensión de esta idea de doña Esperanza Aguirre fuera el ahorro, se podría tomar otra iniciativa más radical y que implicaría mayor ahorro como sería la limitación del número de diputados de la asamblea madrileña a uno por cada formación política con representación parlamentaria cuyo voto se contabilizara por el número de escaños obtenidos en las elecciones por su partido. Así, por ejemplo, si tomamos en cuenta la actual composición de la Asamblea de Madrid que esta integrada por 129 diputados de los cuales 72 son del Partido Popular (PP), 36 del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), 13 de Izquierda Unida (IU) y 8 de Unión Progreso y Democracia (UPyD), la Asamblea de Madrid quedaría constituida por solo 4 diputados (uno por cada partido o coalición con representación parlamentaria) contabilizándose los votos en la Asamblea de la siguiente manera: el voto del diputado popular valdría por 72 votos, el del diputado socialista por 36, el de diputado de Izquierda Unida por 13 y el de UPyD por 8 votos.

            El problema de este sistema es que pondría de manifiesto y con más claridad que el agua la realidad de nuestro actual régimen político que no es otra que cada señor diputado no representa a la totalidad de los electores, teoría de política-ficción en la que se fundamenta el actual sistema político-representativo, sino solo a los aparatos directivos de sus respectivos partidos.

            En realidad, la propuesta de reducir el número de diputados de la Asamblea madrileña adolece de un error de base cual es que el número de integrantes de las asambleas electivas no viene exclusivamente determinado por la voluntad política sino sobre todo por la realidad demográfica, existiendo en España, circunscripciones electorales que han visto incrementados el número de diputados a elegir en ellas y otras que lo han visto reducido en virtud del aumento o disminución del censo electoral.

            Así pues, siendo más que dudoso que doña Esperanza Aguirre pueda reducir legalmente el número de diputados de la Asamblea autonómica de Madrid, aún es más dudoso que la finalidad de esta pretendida reducción sea exclusivamente la de reducir el gasto público porque tal medida beneficiará claramente a los partidos mayoritarios (PP y PSOE) y de entre estos, al más mayoritario que, hoy por hoy, es el partido político que, casualmente,  preside la señora Aguirre. Por lo tanto, a pesar de lo populista de la propuesta, los ciudadanos deben pensar, tienen la obligación de pensar, el por qué ahora, precisamente ahora, la presidenta de la Comunidad de Madrid, hace esta propuesta porque posiblemente la razón no sea otra que la de fortalecer al partido mayoritario alterando, aún más si cabe, la representatividad del actual sistema liberal-parlamentario.

            Finalmente, considerando las salidas de pata de banco de la señora presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, doña Esperanza Aguirre Gil de Biedma, Condesa consorte de Murillo y Grande de España; los españoles deberían considerar muy seriamente la posibilidad de exigir que se estableciera legalmente la imposibilidad de que los aristócratas de título público y reconocido participen de forma activa en la vida política española porque parece existir en ellos, y doña Esperanza es un botón de muestra, cierta tendencia natural a creer que este país es su finca particular y, ni España es un cortijo ni la aristocracia es un privilegio, sino una carga de ejemplaridad y sacrificio. Pero en fin, aunque el tema sería muy largo de exponer y no es del que ahora se trata, baste decir que en todas las Españas no hay más aristocracia real que aquella que prefirió el anonimato, la pobreza y el sacrificio que significó la lealtad a la legitimidad representada por don Carlos V y sus descendientes antes que inclinar la cerviz ante una supuesta autoridad que carecía y carece de toda legitimidad para reconocer o habilitar título alguno existiendo también otra presunta “nobleza”, de gacetilla y papel couché, que siendo ejemplo de aquello que afirmó don Carlos VII de que “más valía no haber sido nunca noble que haber degenerado” no vale toda ella junta ni la millonésima parte de una vulgar deposición de un simple Barón Báltico.

miércoles, 13 de junio de 2012

RESCATE FINANCIERO Y NAUFRAGIO DEL PUEBLO


       El pasado Sábado, día 9 de Junio del 2012, el Ministro de Economía, Luis de Guindos, comunicó a los ciudadanos que España había solicitado la ayuda europea para recapitalizar su sector bancario, lo que se traduce en la supuesta inyección de cien mil millones de euros al sistema financiero procedentes del fondo de rescate europeo.    
 
            Tras la apresurada rueda de prensa que hizo saltar la noticia, todas las tertulias televisivas trataron el tema llegando a la conclusión de que esta “línea de crédito” o “rescate” lograría estabilizar los mercados de valores, haría bajar la prima de riesgo y conseguiría que los indicativos de la bolsa española subieran. No obstante, todas estas afirmaciones han quedado contradichas por la apertura, el Lunes 11 de Junio del 2012, de las distintas bolsas en las que el IBEX-35 continuó cayendo y la prima de riesgo española subiendo.

            Lo cierto es que este “rescate” financiero no ha servido para estabilizar los mercados de valores porque ha supuesto una mala noticia cierta y concreta cual es que el sistema financiero español esta en quiebra técnica y que el estado español no puede, por sí solo, reflotarlo. Asimismo también ha supuesto otras malas noticias ciertas pero inconcretas como son que este dinero habrá que devolverlo por no se sabe bien quién ni de que manera, en un plazo que se desconoce y con un tipo de interés que no se sabe. Evidentemente, la noticia de este “rescate” ofrece más interrogantes que respuestas por lo que es lógico que exista mayor inestabilidad en los mercados ahora que cuando los problemas del sistema financiero español eran tan solo rumores.

            Lo que no parece tan cierto es que este “rescate” sirva para restaurar el flujo de los créditos hacia las familias y empresas españolas y ello porque seguramente la banca dedique principalmente esta ayuda europea a “cubrir agujeros” y a pagar sus deudas retrasando la reactivación del crédito hasta el momento en que haya logrado deshacerse del enorme stock de inmuebles que se ha ido adjudicando en los últimos años a causa del impago de los prestamos hipotecarios concedidos.

            Lo que tampoco está tan claro es lo que va a suponer este “rescate” para la sociedad española pues, aunque el señor (por llamarlo de alguna forma) Rajoy ha manifestado que no tendrá coste alguno para los ciudadanos españoles, lo cierto es que ha sido el estado español  y no una empresa o entidad privada quien ha solicitado a la Unión Europea esta “Línea de Crédito” (como la llama don Mariano) y que, además, las entidades financieras que más se van a beneficiar de ella son casualmente las recientemente “nacionalizadas”. Por otra parte, el “rescate” financiero suplicado por el gobierno español a Europa es la única forma posible de “rescate” para España y supone, aunque se pretenda negar hábilmente, una intervención aunque “suave” en nuestra economía que sustituye o reemplaza la intervención total al estilo griego, irlandés o portugués que no puede darse en el caso español a causa de la notable diferencia demográfica con estos países porque, con cuarenta y ocho millones de habitantes y una tasa de paro que roza actualmente el veinticinco por ciento, una intervención a la griega haría que la tasa de paro se disparase más allá del treinta y cinco por ciento y que más de la mitad de la población se viera afectada por la total desprotección social y la indigencia.

            Por otra parte, y aunque en un principio parezca una menudencia léxica, no estaría mal que el gobierno aclarase definitivamente a los ciudadanos si lo que nos ha concedido la Unión Europea es un “Préstamo” de cien mil millones de euros o un “Crédito” por esa cantidad porque mientras lo primero significa que se va a ingresar directamente en las arcas del Estado Español cien mil millones de euros por los que vamos a pagar un determinado interés, lo segundo implica que la Unión Europea no hace ingreso alguno sino que simplemente pone a disposición del Estado Español una cantidad máxima de cien mil millones de euros para que se vaya utilizando según se necesite y por cuya mera disponibilidad se tendrá que pagar un determinado interés por la cantidad total aunque tan solo utilice la mitad de la misma.

            Así pues, aunque haya quien lo niegue y quien lo dude,  el “rescate” financiero solicitado por el Gobierno Español supone la intervención de España y de su economía porque, considerando que TODA la economía ha funcionado a base de financiación ajena  y endeudamiento es lógico pensar que quien controla y fiscaliza el sistema financiero, fiscaliza y controla la economía española. Así pues, no nos pretenda engañar el señor Presidente del Gobierno con erráticos eufemismos porque la realidad es está: España está intervenida y esta “línea de crédito” como gusta llamarla el señor Presidente del Consejo de Ministros supondrá a medio y largo plazo mayores recortes sociales y más subidas de impuestos por la sencilla razón de que la deuda pública española a pagar se ha incrementado, desde el 9 de Junio pasado, en cien mil millones de euros (si es un préstamo) o en la cantidad que resulte de las auditorías que se van a realizar al sistema bancario español (si es un crédito) más sus correspondientes intereses con lo que todos los recortes practicados por el gobierno hasta ahora con el objetivo de ahorrar no alcanzan a cubrir este nuevo incremento de deuda.

            Por otra parte, es de preveer que las entidades financieras que recaben la ayuda de este “rescate” tendrán que reducir costes por lo que es previsible que se practiquen nuevos Expedientes de Regulación de Empleo (EREs) en el sector bancario que supondrá un incremento del paro y del gasto público en concepto de prestaciones por desempleo.

            En definitiva, este “rescate” financiero presenta muchas incertidumbres que estoy seguro que se concretarán en las próximas semanas pero, sobre todo, presenta una duda fundamental que consiste en la cuestión de si verdaderamente servirá para algo porque lo que parece bastante claro es que las entidades financieras que reciban este dinero europeo lo van a emplear para “tapar sus propios agujeros” y para pagar a sus acreedores siendo su intención esperar a vender, aunque sea a la baja, el enorme stock inmobiliario que han ido adquiriendo en los últimos años a causa de sus malas prácticas hipotecarias para retomar las concesiones de préstamos y créditos, lo que provocará que la situación de estancamiento económico continúe.

            Por último también es de indicar que la venta a la baja de las viviendas que ahora mismo poseen los bancos no va a significar un beneficio para los ciudadanos que desean adquirir su primera vivienda porque, si no hay prestamos y facilidades económicas para que la gente compre esas viviendas, aunque su precio se vea reducido a la mitad; los únicos que podrán adquirirlas serán aquellos que dispongan de liquidez (que evidentemente no son ni jóvenes, ni parados, ni personas de recursos limitados), que las adquirirán para negociar con ellas haciendo resucitar la galdosiana figura del “rentista urbano” produciéndose el cambio definitivo en la sociológica tendencia española de poseer la vivienda en propiedad por la de tenerla en alquiler, limitándose el derecho a la propiedad de la vivienda a las personas de elevado poder adquisitivo. Tal vez esta sea la explicación de la reciente modificación de la Ley de Arrendamientos Urbanos y de los constantes incrementos del Impuesto de Bienes Inmuebles (I.B.I.).

viernes, 8 de junio de 2012

EL CATOLICISMO COMO JUSTIFICACIÓN

            La semana pasada escribíamos sobre la reaparición en España de ciertos discursos muy próximos al anticlericalismo y muy belicosos contra la Iglesia Católica  como reafirmación ideológica de algunos sectores políticos de los llamados de “izquierdas”. Hoy vamos a exponer, justamente lo contrario, esto es; como ciertos sectores políticos de los considerados de “derecha”, con escasez de verdadera fe religiosa, hacen públicas pero dudosas profesiones de catolicismo con intenciones de obtener algún tipo de rentabilidad política.

            No son pocos los rumores, no faltos de fundamento, que hablan de la solapada introducción en la sociedad española y en el mundo político y de los medios de comunicación de unas “sui generis” sociedades secretas que vienen con todo el sabor de México y que dicen tener como pretensión influir indirectamente en las instituciones para la realización de una política puramente católica. Entre estas supuestas “sociedades secretas” estarían los “Legionarios de Cristo” y “El Yunque”.

            Los “Legionarios de Cristo”, congregación religiosa fundada en México en el año 1941 por Marcial Maciel, llegaron a España a mediados de los años noventa del siglo pasado y tuvieron su máximo periodo de esplendor a finales de dicha década cuando, tras una dura pugna con el autóctono Opus Dei, lograron introducirse y ganar apoyos entre la alta sociedad española, fundar varias instituciones educativas y conseguir, al parecer, la simpatía de varios ministros del entonces gobierno del Partido Popular presidido por el señor Aznar.

            Por su parte, la “Organización Nacional del Yunque” o, simplemente, “El Yunque” es también una organización de carácter “discreto” (por no decir “secreto”) fundada en México en 1955 por Ramón Plata Moreno y Manuel Díaz Cid para “defender la religión Católica de sus enemigos” teniendo por objetivo último la instauración de “el Reino de Dios en la tierra”.

Tras los escándalos de carácter sexual en los que apareció involucrado el fundador de los “Legionarios de Cristo”, señor Maciel, la influencia de éstos en España parece haber disminuido notablemente a favor de los epígonos españoles de “El Yunque”, que si bien no han conseguido como los primeros atraerse a políticos en activo sí que están consiguiendo convertirse en inspiradores ideológicos de los neoconservadores patrios desde distintos grupos de comunicación o agrupaciones seglares con importante componente intelectual y académico así como con una elevada capacidad económica.

Lo curioso de todas estas maniobras pretendidamente orquestadas por las precitadas organizaciones u otras similares es que, afirmando tener por objetivo “defender a la Iglesia Católica”, es decir, su doctrina; no dudan en compaginar una supuesta defensa de la ortodoxia de los valores morales del catolicismo con propuestas prácticas condenadas o, al menos, puestas en entredicho por la reiterada doctrina de la Iglesia. Así, por ejemplo, llama poderosamente la atención que el gobierno del señor Aznar, en cuyo seno siempre se ha dicho que había ministros próximos a los “Legionarios de Cristo”, fuera el que legalizó la píldora abortiva ampliando de este modo la legislación abortiva, lo cual constituye una evidente contradicción con la clara doctrina que la Iglesia Católica ha mantenido siempre respecto al aborto. Por otra parte también llama la atención en extremo que, desde las numerosas tertulias políticas de determinado grupo mediático que parece próximo a “El Yunque”, se haga gala de un “catolicismo sin complejos” al mismo tiempo que se apoya la creación en territorio español del emporio casi-orgiástico de “Eurovegas” o se defiende un liberalismo económico independiente de todo principio moral en el que lo importante no es Dios ni el hombre sino la generación permanente e ilimitada de riquezas, lo que en puridad lógica implica un materialismo ajeno a cualquier valor superior metafísico o teológico.

En realidad, estas aparentes contradicciones no son tales pues todas estas maniobras, discursos y poses ideológicas no tienen por finalidad defender la veracidad teológica de la Iglesia Católica ni su doctrina social ni moral sino que solo buscan la instrumentalización política del catolicismo para, haciendo bandera del mismo, llevar a las masas católicas (creyentes y practicantes o tan solo creyentes) de un país mayoritariamente católico a apoyar electoral y socialmente a un determinado partido político. Esta táctica política no es nueva y ya a finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX la denominaron “Tradicionalismo Religioso” o “Maurrasismo” por ser Charles Maurras, eminente filósofo francés y confeso agnóstico, el pionero en ponerla en práctica. Para el “Tradicionalismo Religioso” la religión es un elemento puramente cultural de un pueblo que lo define y lo cohesiona teniendo sentido solo tanto en cuanto sirve al interés político siendo irrelevante su aspecto trascendente y sobrenatural y por lo tanto su veracidad. Así, mientras que un “tradicionalista religioso” español o italiano sería aparentemente un ferviente católico, ese mismo “tradicionalista religioso” en Egipto sería un apasionado musulmán.

El “Tradicionalismo Religioso” o “Maurrasismo” fue condenado por el Papa Pío XI el 29 de Diciembre de 1926 y ahora parece revivir con fuerzas renovadas para engatusar a católicos de buena voluntad y muy indignados con la pérdida de valores que sufre la sociedad para llevarlos, muy posiblemente, a posiciones alejadas de la recta vía marcada por la doctrina de la Iglesia Católica elaborada durante siglos en Concilios y Encíclicas.

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