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miércoles, 26 de febrero de 2014

LA CRISIS UCRANIANA

            Desde hace varios meses las noticias de las manifestaciones y protestas en Ucrania contra el presidente Yanukovich han ocupado la primera plana de todos los medios informativos occidentales resaltando que se trataba de unas protestas ciudadanas en contra del aplazamiento “sine die” de la firma del Tratado de Asociación con la Unión Europea acordado por el ejecutivo ucraniano, pero en realidad la crisis Ucraniana esconde mucho más que un simple posicionamiento europeo o antieuropeo de unos políticos.

            Tras la desintegración de la Unión Soviética en 1990, las fronteras Occidentales de Rusia se convirtieron en altamente inestables al ceder la Rusia postsoviética todas aquellas áreas de influencia y territorios que habían marcado su política exterior durante todo el Siglo XX y que, por fin, había conseguido en las Conferencias de Yalta y Postdam. Si gracias a los acuerdos de Yalta y Postdam la URSS conseguía extenderse hacia occidente conquistando Koningsberg (hoy Kaliningrado), que quedó incorporado a Rusia, y la Rutenia Subcarpática, que se incorporó a Ucrania; reconquistando territorios los perdidos en 1917 por el Tratado de Brest-Litovsk como los Países Bálticos (Lituania, Estonia y Letonia), la Carelia (en la frontera soviético-finlandesa) y una gran extensión de Polonia que fue repartida entre Bielorrusia y Ucrania; en 1990 veía como los Países Bálticos proclamaban nuevamente la independencia aislando por completo al territorio ruso de Kaliningrado y como igualmente Bielorrusia y Ucrania proclamaban la independencia, dejando ésta última a Rusia sin prácticamente salida al Mar Negro y generándose entre ambos estados una primera crisis diplomática a causa de la propiedad de la Flota del Mar Negro estacionada en Sebastopol.

            Todos los nuevos países independizados de la extinta URSS presentan desde su origen problemas similares ya que en su interior existen unas minorías muy cualificadas de población rusa o pro-rusa a los que Rusia no reconoce como nacionales suyos y a los que algunos nuevos estados, como es el caso de Letonia, tampoco les reconoce como ciudadanos propios generándose los naturales problemas de marginación que tal situación provoca. Aunque Ucrania, sí reconoce a los rusos que viven en su territorio como ciudadanos ucranianos, la situación se agrava al resultar la base territorial del actual estado ucraniano fruto de la anexión de grandes extensiones de territorio a costa de Polonia y de Rutenia Subcarpática (que hasta 1938 fue parte de Checoslovaquia y que ha partir de ese año fue un estado independiente posteriormente ocupado por Hungría) en Occidente y de la cesión arbitraria por Stalin de grandes territorios en Oriente y en el Sur que tradicionalmente habían sido siempre Rusos entre los que cabe destacar la Península de Crimea. Esta situación demográfica que hace que prácticamente una cuarta parte de la población sea rusa o tenga simpatías por Rusia es el mejor caldo de cultivo para que el estado ucraniano sea un estado fallido a causa de posibles conflictos étnicos o secesionistas (en el caso de Rutenia Subcarpática o de la propia Crimea).

            No obstante, lo que ha ocurrido y amenaza con ocurrir en Ucrania no tiene nada que ver con un conflicto étnico o secesionista interno sino que es una clara crisis internacional protagonizada por Alemania y por Rusia. Si se observa con atención y objetividad se puede observar que desde el derrumbe de la URSS en 1990 Alemania lidera la política exterior de la Unión Europea hasta poderse afirmar que es Alemania y no un acuerdo de los países miembros de la Unión Europea quien marca las pautas de la política exterior común. De esta forma, ya en 1992, Alemania impuso a sus socios europeos en Maastricht el reconocimiento internacional de Croacia y Eslovenia bajo la amenaza de un reconocimiento unilateral de estos nuevos estados lo que termino generando un recrudecimiento de la guerra en la exYugoslavia. Igualmente fue Alemania quien impuso a toda la Unión Europea una ampliación de la misma hacia el Este admitiéndose tan solo en los tres años que mediandesde 2004 a2007 adiez estados pertenecientes al antiguo bloque soviético muchos de los cualespresentaban y presentan graves déficits en materia de libertades y derechoshumanos y notables diferencias económicas que no les permitían cumplir ninguno de los requisitos de convergencia económica con Europa. A pesar de todo ello esta rápida ampliación de la Unión Europea a los países del Este permitía a Alemania comprar a muy buen precio las grandes industrias de estos países (Skoda en Chequia, astilleros de Gdánsk en Polonia…) accediendo al control económico de los mismos y obteniendo importantes bolsas de mano de obra más barata. Esta ampliación de la Unión Europea al Este iba acompañada de una ampliación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la misma dirección hasta que en el año 2007 las fronteras de Rusia se vieron reducidas a las mismas que existían con anterioridad a la batalla de Poltava en 1709 y con la amenaza de que dos estados fronterizos, Bielorrusia y Ucrania, cayeran también bajo la influencia de la OTAN y de la Unión Europea que es lo mismo que decir bajo la influencia de Estados Unidos y Alemania.

            Desde mediados de la primera década del Siglo XXI la Unión Europea, que, repetimos, viene a ser lo mismo que decir Alemania, han sostenido una especie de “Gran Juego” con Rusia como el que a lo largo del Siglo XX mantuvieron el Imperio Ruso y el Británico por Asia Central teniendo por objeto esta vez Bielorrusia y Ucrania. Si bien el juego parece haber terminado con la victoria de Rusia por lo que a Bielorrusia se refiere, las partes mantienen actualmente un pulso por Ucrania.

            Ucrania tiene una reciente vinculación política e histórica con Alemania porque al firmarse la paz de Brest-Litovsk en 1917 las tropas del Imperio Austro-Húngaro y del Imperio Alemán que ocupaban gran parte del territorio ucraniano favorecieron un primer estado independiente bajo la dirección de Pavló Skoropadski quien el 29 de Abril de 1918 se proclamo Hetman (Caudillo) del gobierno de Ucrania conociéndose este periodo político como Hetmanato. Skoropadski y su gobierno actuaron como un auténtico gobierno títere al servicio del Imperio Alemán hasta que tras la derrota de los Imperios Centrales y el levantamiento de Symon Pleitura y  Nestor Majno en Noviembre de 1918 se vio obligado a abandonar el poder retirándose a Alemania junto con las tropas germanas. El Hetmanato fue sustituido por un Directorio de cinco miembros dominado por Symon Pletiura que primero con el apoyo de las armas de los ejércitos austriaco y alemán en retirada y luego del ejército polaco de Jozef Pilsudsky consigue mantener un efímero estado ucraniano independiente hasta 1920 caracterizándose su política por innumerables razzias contra la comunidad judía que causaron la muerte de entre 35.000 y 50.000 judíos. Durante la II Guerra Mundial, al iniciarse la invasión de la URSS por parte del ejército alemán este es recibido en Ucrania, al igual que en los países bálticos, como un libertador e inmediatamente se entablan conversaciones entre los nazis y los nacionalistas ucranianos fruto del cual se crea el “Ejército Nacional Ucraniano” integrado por varias divisiones y brigadas de infantería y algunas unidades menores dedicadas a la lucha contra la guerrilla y a funciones de policía que sumaron un total de doscientos cincuenta mil hombres, alguno de ellos destinados a la custodia de campos de exterminio como el de Sobibor. La estrechez de miras y el fanático racismo antieslavo de los líderes nazis provocó una ruptura con una facción del nacionalismo ucraniano que creó el “Ejército Insurgente Ucraniano” que combatía tanto a los alemanes como a los partisanos soviéticos. El líder del “Ejército Insurgente Ucraniano”, Stépan Bandera, detenido por los alemanes fue protegido por Pavló Skoropadski que logró que lo liberaran en Octubre de 1944 para que, al frente del “Ejército Insurgente Ucraniano”, combatiera exclusivamente contra el Ejército Rojo y cubriera la retirada alemana del Sector Sur del Frente Oriental. Al final de la II Guerra Mundial algunos miembros del “Ejército Nacional Ucraniano” se incorporaron al “Ejército Insurgente Ucraniano” mientras que la mayoría se rindió a los británicos quienes los transfirieron como prisioneros de guerra al general polaco Wladyslaw Anders quien evitó su deportación a la URSS. Por su parte, el “Ejército Insurgente Ucraniano” siguió combatiendo contra el Ejército soviético hasta la rendición alemana en Mayo de 1945. Curiosamente de los líderes más significativos del nacionalismo ucraniano durante el periodo comprendido entre 1917 y 1945, Pavló Skoropadski, Stépan Bandera y Symon Pletiura, los dos primeros murieron en Munich (Alemania) en 1945 y 1959 respectivamente, por su parte Pletiura sería asesinado en Paris en 1926.

            Estos hechos históricos acaecidos en la primera mitad del Siglo XX ponen de manifiesto un claro interés geopolítico de Alemania por Ucrania que tras el derrumbe de la URSS y la independencia Ucraniana en 1990 ha resurgido con fuerzas renovadas. Hace un siglo el control de Ucrania habría significado para Alemania el acceso a enormes extensiones de tierra de cultivo que la habrían hecho totalmente independiente en materia alimentaria, en cambio actualmente este control significaría además cuarenta y cinco millones de consumidores más para los productos alemanes y el acceso de la industria aeronáutica y automovilística alemana a las muy importantes plantas de producción aeroespacial y de automoción ucranianas que harían a Alemania plenamente competitiva en estos sectores estratégicos de la industria en detrimento de la industria francobritánica y en clara equivalencia con la norteamericana.

            La incorporación de Ucrania a la Unión Europea y, presumiblemente, a la OTAN solo beneficiaría a Alemania mientras que el resto de estados miembros de la Unión verían deteriorarse gravemente sus relaciones con Rusia, para la seguridad de la cual ha sido vital desde la segunda mitad del Siglo XX el mantenimiento de una especie de “Estados Tapones” que la separasen de Alemania y del Occidente Europeo, por lo que presumiblemente se obligase a la gran potencia eslava a pactar con China y otras potencias menores (Irán, por ejemplo) algún tipo de alianza “antioccidental”. Sin ningún género de dudas la extensión de la Unión Europea y por ende de Alemania a Ucrania abriría una crisis entre Rusia y Occidente equivalente a la que supuso la anexión de Bosnia-Herzegovina por Austria-Hungría en 1908 y que figura como una de las causas que originaron el estallido de la I Guerra Mundial.

lunes, 24 de febrero de 2014

COMUNICADO DE LA SECRETARIA DE DON CARLOS JAVIER DE BORBÓN PARMA



            El pasado Sábado, 21 de Febrero, nos llegaba un nuevo comunicado dando la buena noticia del nacimiento de la hija de Sus Altezas Reales los Duques de San Jaime, don Jaime de Borbón Parma y doña Victoria Cservenyak.
La Princesa recién nacida recibirá los nombres de Zita Clara, en homenaje a su tía bisabuela Zita de Borbón Parma, Emperatriz de Austria y Reina de Hungría.
        Desde aquí felicitamos a los recientes padre y les deseamos la mayor de las felicidades.

             A continuación reproducimos el comunicado.



miércoles, 19 de febrero de 2014

LA PICARESCA ESPAÑOLA

            La Novela Picaresca es un género literario en prosa propio de la literatura española que trascendió a otras literaturas europeas pero sin alcanzar jamás, en ninguna de ellas, tan prolífico número de títulos, los cuales, tras varios siglos, fueron feliz y afortunadamente agrupados por la Editorial Aguilar en dos gruesos volúmenes de más de mil doscientas páginas cada uno.

            La literatura británica tiene célebres pícaros como “Moll Flanders” de Daniel Defoe o “Tom Jones” de Henry Fielding, la literatura germana tiene a “Simplicíssimus” creado por Von Grimmelshausen y la literatura francesa tiene a “Gil Blas de Santillana” inventado por René Lesage, pero toda la Novela Picaresca europea, con exclusión de la Española, difícilmente habría alcanzado la mitad del grosor de uno de los volúmenes de la editorial Aguilar.

            De la Novela Picaresca se han estudiado todas sus características y aspectos menos una cosa. Jamás crítico literario alguno se ha preguntado el por qué el género picaresco ha tenido una producción de títulos y personajes tan elevado en la literatura española y es que seguramente la mayoría de ellos ha incidido en el hecho de la calidad literaria y ha desdeñado su cantidad por no considerarla importante para cualquier estudio académico. No obstante, la cantidad de Novela Picaresca producida durante el Siglo de Oro español puede no ser relevante para un tratado literario, pero sí tiene una enorme importancia desde el punto de vista sociológico no solo porque refleja una realidad social concreta, la sociedad española de los siglos XVI y XVII, sino porque muestra una forma de enfrentarse a esa realidad por determinados individuos.

            La Novela Picaresca española contiene una enorme crítica a las instituciones políticas a las que presenta como degradadas, corruptas, injustas y explotadoras del pueblo español, el cual adopta la picardía como forma de supervivencia. Ante una situación de corrupción e injusticia generalizada un pueblo solo puede elegir entre tres opciones:

            1º. Someterse dócilmente y simplemente aguantar sin hacer nada. En este caso no habría personaje ni acción y, por tanto, difícilmente podría existir narración alguna porque no habría nada que narrar.

            2º. Sublevarse y enfrentarse a las instituciones, dando lugar a una revolución y a un personaje que sería un líder revolucionario.

            3º. Trampear y jugar a que si por un lado le hacen padecer la injusticia y la explotación, por el otro, y por medio de picardías, consigue recuperar todo o parte del perjuicio que esa explotación e injusticia le han ocasionado.

            El pícaro no se somete a las instituciones y tampoco se subleva, no se enfrenta a la realidad social y política asaltando diligencias, cosa que le haría dejar de ser un pícaro para convertirse en un bandolero, protagonista de otro tipo de novelas. Los medios del pícaro son la astucia, el engaño y el fraude, no las armas. A la duda hamletiana de optar por la acción o la inacción tan bellamente expresada en el famoso soliloquio del acto tercero, escena primera del “Hamlet” de Shakespeare (“Ser o no ser, he aquí la cuestión. ¿Qué es más digno para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra océanos de calamidades y, haciéndoles frente, ponerlas fin en el encuentro? Morir..., dormir; no más…”), el pícaro responde tajante y rotundamente: “ni lo uno ni lo otro: lo digno es la trapacería”.     
      
Así, trampeando es como el pícaro se enfrenta a la adversidad. No lo hace por maldad innata ni por el placer de hacer daño sino por pura supervivencia y, también por dignidad porque el pícaro es consciente de que las instituciones y las personas que las encarnan, que son de un rango notablemente superior al suyo y que deberían dar ejemplo; engañan, estafan y defraudan a todos recubriendo sus fechorías con apariencias de honorabilidad, inteligencia y legalidad. De estas premisas surge el razonamiento del pícaro que consiste en pensar que aunque los poderosos puedan oprimirlo y estrujarlo carecen del derecho de tomarlo por tonto obligándole a creer que siempre actúan rectamente y en beneficio de la colectividad y, consecuentemente, partiendo de este modo de pensar nace su forma de actuar que consiste en que: si le buscan, procura que no le encuentren, si le cobran un precio indebidamente elevado con la aquiescencia de la autoridad, él intentará recuperar el precio pagado o parte del mismo con alguna trapacería, si le hacen servir en los ejércitos y le imponen penosos trabajos procurará ganarse honores a la vez que rehuirá los esfuerzos y peligros. No obstante, el pícaro no es, como casi todos los críticos literarios han descrito, un antihéroe sino un héroe potencial que permanece oculto al faltarle una “gran causa” a la que servir porque, llegado el momento, no dudaría en seguir y respetar a quien gana su respeto y sacrificarse por aquello que considera digno de su sacrificio.  
                                                                                                    
Esta es, muy probablemente, la causa de que la Novela Picaresca sea tan voluminosa en nuestro país, porque representa, de una forma que casi podría considerarse precursora del realismo, cual ha sido el “modus operandi” de las clases dirigentes españolas desde el Siglo XVII y cual ha sido el “modus vivendi” mediante el cual las clases populares han conseguido sobrevivir a tan nefastos dirigentes hasta nuestros días.

            Hoy, mientras algunos autores contemporáneos resucitan a heroicos capitanes de los Tercios de Flandes y otros muchos se explayan escribiendo novelas históricas con el trasfondo de nuestra última guerra civil se echa de menos que no se escriban novelas picarescas, pero es que en la España actual la Novela Picaresca ha dejado de escribirse y de leerse para empezar a vivirse ya que los vicios de los de arriba marcan la ausencia de virtudes en los de abajo siendo desvergüenza exigir a éstos que no hagan lo que aquellos les enseñan constantemente a hacer.

lunes, 10 de febrero de 2014

DON JAIME DE BORBÓN PARMA NUEVO EMBAJADOR DE LOS PAÍSES BAJOS ANTE LA SANTA SEDE

El pasado Sábado, 8 de Febrero del 2014, nos llegaba una nota de prensa difundida por la Secretaría de la Real Orden de la Legitimidad Proscripta en virtud de la cual se informaba que el Gobierno de los Países Bajos había acordado designar a Don Carlos Javier de Borbón Parma como nuevo Embajador de Holanda ante la Santa Sede, designación que se hará efectiva el próximo verano tras la entrega de las cartas credenciales.

Don Jaime de Borbón Parma y Orange-Nassau, Duque de San Jaime, es hijo de D. Carlos Hugo de Borbón Parma y de Dª. Irene de Orange-Nassau. Nacido el 13 de Octubre de 1972 se encuentra casado con la abogada Húngara, Victória Cservenyák, condesa de Montizón.

Don Jaime de Borbón Parma siempre ha desarrollado su actividad laboral en el ámbito de las relaciones internacionales trabajando actualmente en el Ministerio de Asuntos Exteriores Holandés como Enviado Especial en materia de Recursos Naturales, siendo su principal objetivo el estudio y análisis de los impactos sociales y ambientales de la industria extractiva, incluido el sector de la energía.

A continuación, reproducimos la nota recibida.


miércoles, 5 de febrero de 2014

“BERLIN NOIR” O “TRILOGÍA BERLINESA” de PHILIP KERR



            Con el nombre genérico de “Berlín Noir” o “Trilogía Berlinesa”, el escritor británico Philip Kerr publicó en Gran Bretaña, entre los años 1987 y 1991 (En España a partir del año 2007), una trilogía de novelas policíacas con las que se inicia una saga ambientada en el Berlín del III Reich y de la inmediata postguerra y protagonizada por el investigador privado Bernhard “Bernie” Gunther, la cual retoma la tradición de las grandes novelas negras norteamericanas escritas por John Daly, Deshiel Hammett o Raymond Chandler y que tuvieron como protagonistas a Race Williams, Sam Spade o Philip Marlowe respectivamente.

            La trilogía de “Berlin Noir” esta integrada por las novelas “Violetas de Marzo” ambientada en el Berlín olímpico de 1936, “Pálido Criminal” situada en el Otoño de 1938 con el trasfondo del “Tratado de Munich” y de “La Noche de los Cristales Rotos” y “Réquiem Alemán”, que se desarrolla entre Berlín y Viena durante la administración internacional de estas ciudades por las cuatro potencias vencedoras en la II Guerra Mundial.

            El protagonista de la trilogía es Bernhard “Bernie” Gunther, antiguo comisario de la Brigada Criminal de Berlín (KRIPO) que abandona el cuerpo por discrepancias con el nuevo régimen hitleriano (aunque no deja de tener unas ambiguas relaciones con el mismo) pasándose a ganar la vida como detective del lujoso Hotel Adlon, situado en la Avenida Unter Den Linden y, posteriormente, como investigador privado. Bernie Gunther reproduce, sin grandes novedades, la psicología de todos los protagonistas de la novela negra clásica (Williams, Spade, Marlowe…): cinismo, dureza de carácter, hastío, falta de ilusiones, tendencia asocial y cierta honradez dimanante exclusivamente del prurito profesional. En realidad, las novelas de la trilogía “Berlín Noir” carecerían totalmente de mérito y no aportarían nada al género de no ser por una muy afortunada mezcla de la trama policial con la trama política en un ambiente y lugar histórico concreto, la Alemania Nazi, que es magníficamente retratado aportando a la narración numerosos elementos de novela histórica.

            Siendo altamente entretenidas al extremo de generar en el lector enganche y adicción, las novelas de Philip Kerr presentan un aspecto negativo consistente en aquello que Hanna Arendt calificó de “banalización del mal” al introducir en la narración la presencia de un personaje histórico que, apareciendo poco más que de figurante, no deja de tener una importante influencia en el protagonista y de ser citado repetidas veces. Tal personaje es Arthur Nebe, jefe de la Brigada Criminal (KRIPO) y posterior general de las SS ejecutado el 2 de Marzo de 1945 en la prisión de Plötzensee por su implicación en el atentado contra Hitler del 20 de Julio de 1944.

            El retrato que Philip Kerr hace de Arthur Nebe tanto en “Violetas de Marzo” como en “Pálido Criminal” es tan injustamente amable como falso y alejado de la verdad histórica. Arthur Nebe es presentado por el autor como un policía profesional, cínico, nazi más por pura conveniencia que por convicción, y aparente opositor al régimen desde sus comienzos. No obstante, la historia es otra: Arthur Nebe se afilió al Partido Nazi y a las SA en 1931 (tres años antes del nombramiento de Hitler como Canciller), siendo incorporado a las SS en 1936 (año en que curiosamente comienza la saga de Kerr) y a la Oficina Central de Seguridad del Reich donde, al frente de la Brigada Criminal (KRIPO), se dedica a la persecución de los delitos comunes. Cinco años más tarde, en 1941, es puesto al mando del Einsatzgruppen B en Bielorrusia donde Nebe se convierte en el responsable directo del arresto y asesinato de más de cuarenta y cinco mil judíos, lo que constituye un evidente crimen contra la humanidad por el que jamás sería juzgado. La participación directa de Nebe en el Holocausto solo es mencionada ligeramente en la última novela de la trilogía, “Réquiem Alemán”, y aún así dando la imagen de una persona que duda de la corrección y justicia de las órdenes recibidas (aunque la Historia demuestra que jamás se negó a obedecerlas).

            Este desafortunado elemento que es el benévolo, y hasta simpático, tratamiento que el autor concede a Arthur Nebe y que, a pesar de todo, no le hace sospechoso de nada pues la propia historia oficial de la actual Alemania ha convertido al criminal en víctima heroica al figurar su nombre en el “Memorial de Plötzensee” no resta calidad a la trilogía de “Berlín Noir” cuya lectura proporcionará al lector horas de interesante esparcimiento y cuyo éxito ha obligado a Philip Kerr a continuar, a partir del año 2006, la saga del detective Bernie Gunther con la publicación de nuevas novelas, la última de ellas, titulada “Un Hombre sin Aliento”,.el año pasado. 

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