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jueves, 21 de enero de 2016

ACLARANDO EL PANORAMA




El resultado de las elecciones generales del pasado 20 de Diciembre dejaron un panorama político muy complicado y difícil a la hora de formar un gobierno estable para los próximos cuatro años, pero por muy difícil y complicado que dicho panorama fuera no sería imposible superarlo formando un gobierno estable y de prosperidad si existieran políticos de altura y con visión de estado que antepusieran los intereses generales del país a los de sus partidos y personas individuales. Lejos de eso, en los escasos ocho días que median entre la constitución del nuevo Parlamento y la publicación de este artículo, todos los representantes de los partidos políticos, sin excepción, que han obtenido representación parlamentaria están dando un triste, pero a la vez revelador, espectáculo que reduce la condición de la "sede de la Soberanía Nacional" a la de un bazar donde la voluntad y las necesidades del pueblo importan poco.

            Lejos de centrar las conversaciones políticas en lo más grave que es parar el progresivo empobrecimiento de la población española y buscar las formas de revitalizar la maltrecha economía de las familias, los políticos, o mejor dicho los mercachifles explotadores del Sufragio Universal que forman el parlamento, se han centrado en primer lugar en llegar a acuerdos en base a cesiones y concesiones a la hora de formar Grupos Parlamentarios propios que entre otras cosas les permitirá disponer de más tiempo en las intervenciones plenarias, tener más representación en las comisiones y, sobre todo, acceder a más recursos económicos.

            Por otra parte, los razonamientos que hacen algunos nuevos miembros de la casta política, como Albert Rivera, sobre la importancia de las negociaciones entre los partidos no dejan de ser extremadamente pobres y alejados de toda lógica. Según el líder de "Ciudadanos", los españoles votaron el pasado 20 de Diciembre para que los políticos negocien y lleguen a acuerdos, pero lo más lógico es suponer que el votante de "Ciudadanos" votó para que Albert Rivera fuera Presidente del Gobierno y no para que "Ciudadanos" favoreciera un gobierno del Partido Popular o del Partido Socialista porque en tal caso lo más normal es que ese votante de "Ciudadanos" hubiera optado por votar directamente al Partido Socialista o al Partido Popular.

            Igualmente, y en el campo contrario, nos encontramos con el otro nuevo miembro de la casta política, Pablo Iglesias, el cual ha pasado de un triunfalismo arrollador, de un discurso radical contra el Partido Socialista y de unas exigencias con "líneas rojas" a un paulatino acercamiento al partido de Pedro Sánchez que está haciendo pensar en las últimas horas que es posible un gobierno del Partido Socialista Obrero Español con el apoyo de "PODEMOS", PNV y la nueva marca política de "Convergencia". Este acercamiento al PSOE por parte de "PODEMOS" que se basa en el tradicional "donde dije digo, ahora digo Diego", constituye una clara traición a sus votantes imposible de explicar. Desde las elecciones europeas de 2014 el discurso de "PODEMOS" ha sido contrario al PSOE al que acusaba de ser uno de los partidos de la casta que sostenía el régimen y favorecía la corrupción y la pérdida de derechos sociales de los ciudadanos y ¿Ahora resulta que estaría dispuesto a apoyar un gobierno del PSOE con Pedro Sánchez al frente?.  

Los distintos líderes de PODEMOS pretenden justificar actualmente estos acercamientos al PSOE, al partido de los GAL, FILESA, MALESA, los ERES de Andalucía y, en definitiva, a uno de los partidos de "la casta" en el vocabulario de la formación de Pablo Iglesias, con la idea de que se trata "de conseguir una mayoría de izquierdas, que favorezca un gobierno de izquierdas e impida un nuevo gobierno del Partido Popular que es el partido de los recortes". Ahora bien, quienes esto dicen han olvidado o ignoran interesadamente en primer lugar que los recortes sociales fueron iniciados por el gobierno socialista presidido por Rodríguez Zapatero y, en segundo lugar, no explican que un hipotético gobierno de Pedro Sánchez requerirá además del apoyo de partidos de tan acreditada trayectoria izquierdista como el Partido Nacionalista Vasco y de "Democracia y Libertad", nueva denominación de Convergencia que es, por cierto, el partido de los recortes sociales en Cataluña.

            La inmensa mayoría de españoles que votó el pasado 20 de Diciembre por "Ciudadanos" o por "PODEMOS" no solo voto a favor de un cambio sino que también voto contra unos partidos corruptos que llevan monopolizando la vida política desde hace cuarenta años y ahora, todo lo más, lo que se les ofrece a esos españoles es el compromiso y la componenda con alguno de esos partidos contra los que se voto. Pues bien, por mucho que se quiera razonar, justificar, ocultar o vender, lo cierto es que no se puede meter la mano en un pozo de mierda y no manchársela, que favorecer, por acción u omisión, un gobierno del Partido Popular o del Partido Socialista es hacerse corresponsable de todo lo que estos partidos han hecho durante los últimos cuarenta años.

            No obstante, la actual situación política no deja de ser positiva para el conjunto de los españoles en el aspecto de que el panorama se aclara y el ambiente se despeja. En la actual geografía parlamentaria y política, al igual que en la llamada Transición, se dan dos corrientes políticas que nada tienen que ver con las necesidades ni con los deseos del pueblo español: la primera de ellas la forman los que quieren conservar el poder (PP, PSOE y demás partidos clásicos) y la segunda los que quieren acceder a él (PODEMOS y CIUDADANOS). Ninguna de estas corrientes desea unas nuevas elecciones a corto plazo porque ninguno de ellos sabe a ciencia cierta lo que puede resultar de ellas, además del enorme coste económico que supondría para sus arcas partidarias y a todas estas corrientes les trae sin cuidado la voluntad popular y el drama que padecen millones de españoles.

            Esta es la dura, pero cierta y cruda realidad. Parece ser que muchos ciudadanos pusieron sus esperanzas en unas nuevas formaciones políticas que ahora, de forma soterrada, les están traicionando y es precisamente ahora cuando corresponde a los españoles decidir si abren los ojos de una vez o si siguen confiando ciegamente, ajenos a toda evidencia y comentario crítico, en unas formaciones y en unos líderes políticos hasta que éstos les hagan apurar el Cáliz hasta las heces.

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